SOMOS INSIGNIFICANTES

Por suerte existe internet y tenemos la información de lo que nos interesa al instante, delante de nuestras narices.
Pero nos podemos confundir, al poseer de forma súbita la información, y pensar que somos capaces de comprender y de absorber tanto cumulo de datos, con solo tener acceso a ella.
Tener acceso al mundo y a la información a través de internet, de CDs o libros no significa que comprendamos esa información. La globalización nos acerca, no nos exime del proceso de indagar y aprender.
Ante la impotencia de poder abarcar tanta información, algunas personas se vuelven dogmaticas y quieren simplificar el mundo, en el afán de entenderlo. “Esto es así o asá”, “de esta manera o de otra”, “esto es lo bueno y esto lo malo”, “esto es lo verdadero”, “esto es lo autentico”.

Cuando uno comienza una actividad cualquiera para aprender, se tiene el deseo de abarcar la disciplina que se está practicando. Se pretende entender y comprender la información que se imparte en un tiempo razonable. Depende de la cantidad de horas que se le dedica a la actividad y de la calidad de los profesores.
Existe un tercer factor: el nivel de madurez en la actividad. Algo que se consigue solo con el tiempo y la práctica.
Se requiere tiempo y paciencia para poder avanzar en el aprendizaje, dependiendo también de las dos variables anunciadas anteriormente.

A veces, las disciplinas que uno intenta aprender, suelen ser tan grandes que no se pueden abarcar en pocas lecciones o en pocos meses…o en pocos años.

Cuando nos encontramos con un género musical como el Tango, y se convierte en una actividad que nos llega a gustar, y a apasionarnos, intentamos introducirnos en sus galerías. Intentamos mimetizarnos con su magia. Queremos conocer sus secretos.

Pero a veces, el caprichoso deseo de poder acaparar la realidad hace querer simplificar lo que vemos. Intentar minimizar lo más posible las variantes que existen de la disciplina para que, a vuelo de pájaro, comprender la naturaleza, los contenidos, sus clasificaciones, etc.

Con el Tango sucede lo mismo que con todas las actividades. Los alumnos que comienzan a bailar, tienen el justificado hambre de aprendizaje y necesidad de comprensión para tener lo que comúnmente se llama “idea clara” de la actividad.
Hasta ahí, todo perfecto y comprensible. Pero a veces, algunas disciplinas son más grandes de lo que nos pensamos. Que representan cosas que tal vez ni imaginamos. Y en el caso del tango, representa mucho más que un simple cumulo de figuras.

El tango representa tiempo (época), un lugar, una situación, una cultura, gente, una cadencia al andar, sentimientos, un carácter propio, un estado de ánimo, una idiosincrasia, etc. Demasiadas cosas. No voy a ser yo el que delimite en palabras lo que significa el Tango.

Haciendo referencia al carácter dogmatico que adoptan aquellos que sienten la impotencia de poder abarcar todo lo que implica y significa un fenómeno a nivel mundial como el Tango, tienden a simplificarlo lo más posible, negando desde su magnitud, pasando por clasificarlo y rotularlo a base de definiciones, o directamente, negando hasta su origen.
Es tan difícil pretender simplificar al Tango en pocas palabras o en esquemas de movimientos, como pretender despojarlo de sus raíces y aislarlo de todo lo que lleva, de forma implícita, consigo.
Tantas canciones, tantas letras, tantas orquestas, tantos estilos, figuras, sistemas, espectáculos, músicos, cantantes, cada tango que suena en las infinitas milongas del mundo, tantas historias que nacen y mueren entre hombres y mujeres…
Lo único que podemos hacer frente a tamaña magnitud es sentirnos insignificantes, y aceptar de que el Tango es de por sí, más grande de lo que podemos imaginar.
Tener años de aprendizaje, por más horas que uno se comprometa con la actividad, hace imposible abarcar las realidades del tango en su totalidad, por todo lo que implica.
Así también, no se puede olvidar el origen ni los actores que dieron nacimiento a este género, ni a los pilares que lo sostuvieron y sostienen a lo largo de las décadas.

Existe una rapidez irritante a la hora de emitir juicios con respecto al continente y contenido del Tango.

Formas de acotar al tango:

1 - Existen profesores, bailarines, a los cuales no les salen determinadas figuras, o no les gustan, o no se adaptan a su estilo, o no tuvieron la paciencia necesaria como para incorporarlas a su baile. Entonces optan por delimitar el baile alegando que practicar esas figuras no entran en lo que denominamos tango (Ej.: Hay mucho profesores que no enseñan los ganchos diciendo que eso no forma parte del autentico tango).
Cuando son profesores los que adoptan esta postura, hace que los alumnos mantengan esa misma teoría excluyente con algunos pasos, figuras o variantes que no les caiga simpático o que no les salga.

2 - Con respecto al baile, como profesor y bailarín, ya tiré la toalla hace años, al comprobar que me era imposible intentar ordenar y clasificar lo inclasificable: la imaginación.
Cuando quería tener las ideas más claras, y tener los contenidos amarrados para poder controlarlos, se me abrían puertas constantemente, con nuevas variantes y posibilidades, sorprendiéndome a cada momento.
Imposible subestimar la capacidad, ya no de un profesor, sino de un alumno, de inventarse distintas variantes porque a su mente se le abrió una ventana con la posibilidad que como profesor no la había computado.

3 - Hace un tiempo, leí en un pasquín informativo de Tango, a un personaje vasco que decía que el tango ya había dejado de ser argentino. Lamentamos que el tango no haya nacido a la vuelta de su casa. Pero negar que el tango haya nacido en el Rio de La Plata, y negar que encierra en su esencia lo que mujeres y hombres de esa época dieron a nacer, y que sus letras hablen de sus sentimientos, de sus penas, de sus vicisitudes, de sus personajes, y, por sobre todas las cosas, negar que el tango, que ha evolucionado de manera espectacular en los ultimos 20 años, sigue hablando del movimiento, del andar, del carácter del argentino de hoy, es querer negar una característica innata de un género musical y una danza que es la expresión propia de una cultura, inestable política y socialmente, de una historia turbulenta, pero de una cultura al fin y no de otra.
No es por sacar el orgullo nacional ni por henchir el pecho e izar la bandera. Pero se corre el riesgo de comprender aún menos al Tango como fenómeno si se le excluye su condición de haber nacido en un lugar y en circunstancias determinadas.
Es cierto que el tango ha dejado de ser exclusivo de los argentinos, pero eso desde hace mucho tiempo. Casi desde que existe ya había cruzado las fronteras encandilando a muchísima gente en el exterior.

4 – Existen numerosas -e ingeniosas- frases que definen al tango en pocas palabras.
“Es un sentimiento que se baila”
“Es la expresión vertical de un deseo horizontal”
Pero son…eso: frases. Por más que inventen, no creo que puedan encontrar una frase que abarque lo que el Tango representa en su totalidad. Lo digo por los que se memorizan una de esta frases a modo de titular, para, a partir de allí centrar su razonamiento, y creer que se encontró la clave de su encanto, la llave magistral de todos sus secretos. No creo que haya frase que pueda sintetizar lo que, física y emocionalmente, sienten las personas al interpretar el Tango, en cualquiera de sus facetas.

Triste, aquellos que piensan que el tango no les tiene preparada una sorpresa.
Triste, aquellos que se creen la autoridad moral del tango solo por haber entrado en este mundo y haber ahondado un poco en sus contenidos.
Triste, aquellos que sienten impotencia porque no pueden aceptar que el Tango es demasiado grande para abarcarlo en su totalidad, cuando realmente, no es necesario.

Guillermo Alvarez

PRECONCEPTOS EN EL TANGO

Para los alumnos se hace difícil hacerse una idea de cómo bailar el tango, tener una noción clara acerca de lo que es un equilibrio entre todos los contenidos que se aprenden en las clases.
Después de las primeras lecciones, donde se aprenden los pasos básicos, a moverse en la pista, a conocer las reglas del juego, las marcaciones, etc, nos adentramos en el mundo de las figuras, que a partir de un movimiento básico, encadenamos movimientos, intentando crear un todo estético, coordinado y vertiginoso.
A los años de aprendizaje, nos damos cuenta que tenemos en el haber, numerosas figuras. Podemos tener claro donde nacen y como terminan, pero se nos alborotan en la cabeza como un sinfín de alternativas. Y preocupa el alumno que acumula clases, y por lo tanto, contenidos, y no acude a la milonga por diferentes motivos. A veces, preconceptos que en la mayoría de los casos son erróneos.
Por eso es necesario poner en claro algunas ideas para ir despejando dudas acerca de la naturaleza de este baile.

Primero: A medida que avanzamos de nivel en las clases, acumulamos figuras. Cada vez mas figuras y cada vez mas complicadas.
Dentro de la clase se distingue inmediatamente al alumno que aparte de acudir a las clases, acude a la milonga, al menos, una vez a la semana, para practicar lo aprendido.
Es notable como se logra asimilar lo que se trata en clase con un estimulo más de baile en la semana.
Entonces, en las clases generales, donde acuden grupos de parejas, se van diferenciado entre si aquellas que toman la costumbre de acudir a las milongas, de las que, por diferentes motivos, no van.
Hay parejas que no piensan ir a la milonga hasta que se tenga una completa seguridad de cómo manejarse en la pista, y tener una idea clara acerca de los contenidos.
Lo que sucede es que se espera demasiado y lo ideal sería intentar practicar lo aprendido desde el primer día de clases.
En definitiva, una persona puede tomar clases durante años. Pero la verdad que el primer día que vaya a la milonga, va a ser su primer día por más que lleve años tomando clases, y tendrá las mismas inquietudes y las mismas trabas que las personas que pisan por primera vez una milonga.
Hay quienes piensan que ese doble estimulo semanal se tiene que traducir en una segunda clase. Pero si fuera así, tendríamos el doble de contenido acumulado en la cabeza y por lo tanto, doble trabajo en su posterior asimilación.
Aunque los profesores queramos proporcionar un guión para ayudar a los alumnos a moverse por la pista, no se puede ir en contra de la esencia de este baile puramente improvisado, en el que tiene que primar la imaginación y la interpretación. El profesor puede dar pistas, nociones, pero en el desarrollo de la libertad de posibilidades que proporciona el tango, es responsabilidad del alumno jugar con las alternativas que ha aprendido en clase.
Hasta que la experiencia no se venda en pastillas, se hace imperiosa la necesidad de practicar lo aprendido en la sala de baile, para encontrarle sentido a lo que se va viendo posteriormente en clase.

Segundo: Cuando los alumnos acuden a bailar por primera vez, algunos tienden a mirar en vez de bailar, hasta llegar a los que no dan un paso en toda la noche y se han quedado mirando, por miedo al ridículo, a los que bailan sin complejos por la pista.
“Había mucho nivel”.
Cuando se comienza a ir por las milongas, cualquiera que aparece en la pista tiene “nivel”. Esto puede condicionar de modo absurdo la confianza de los principiantes, que hasta que no eliminan la barrera de la vergüenza, no logran sentirse cómodos en la milonga.
Aparte, comienzan a confundirse las ideas de lo que se imparte en clase con lo que realmente se ve en la milonga.
Los alumnos ven como las parejas bailan “apiladas”, sin tener en cuenta que el tema de la postura, el acercamiento, es algo que se va madurando con el tiempo y la práctica.
No se puede enseñar a una persona que no domina su propio eje a que comparta eje con su pareja. Eso provoca vicios posturales irreparables.
Pero a la clase siguiente, después de lo visto en la milonga, los alumnos quieren saber porque están aprendiendo distinto de lo que comúnmente se baila. Deben comprender que el tema de los niveles se debe respetar al máximo, no por una cuestión de jerarquía, sino porque quemar etapas en el proceso de aprendizaje puede tener como consecuencia errores posturales y de movimientos que serán difíciles de corregir.
Cuando se comienza a bailar, se tiene que mantener una postura que nos permita estar cómodos y que podamos controlar el peso del cuerpo en eje, o sea, en un pie, haciendo equilibrio. Una vez que se tiene dominio del cuerpo suficiente para mantenerse en un pie y poder girar sobre este sin perder el equilibrio, es posible la búsqueda del acercamiento de la pareja hasta bailar apilados.
Las consecuencias de aquellos que aprenden primero el acercamiento de los cuerpos sin dominar su eje las soportan la pareja, que tiene que aguantar todo el peso de la falta de equilibrio del primero.
Es normal que el alumno que ve bailar a los demás, acercando los cuerpos, sienta deseos de hacer lo mismo, pero debe pasar primero por una etapa de aprendizaje en la cual sepa dominar el propio cuerpo sin que la pareja sufra el peso extra que provenga de un desequilibrio.
Por lo tanto, tiene que pasar primero por la etapa de un abrazo abierto y un abrazo medio, mas cercano, antes de pasar a entrar en contacto los cuerpos como en el apile.

Tercero: “Los bailarines no se desplazan”. Al principio, es necesario que los alumnos comiencen a desplazarse por la pista. Es más fácil un desplazamiento que una figura. Pero aparte de eso, los alumnos tienen que saber que la línea de baile se respeta y que se debe recorrer ese borde de la pista con desplazamientos.
El bailarín que lleva años de experiencia, tiende a hacer figuras en el sitio, a disfrutar los silencios, a moverse con lentitud en algunos momentos para atacar luego con alguna figura. Eso lleva tiempo de aprendizaje y de práctica. Y lo que se ve como movimiento sencillo (a los ojos de un principiante) puede ser, tal vez, algo muy complicado de ejecutar. Lo que sucede, es que el buen bailarín, lo hace sencillo.
El profesor puede insistir en que miren menos y que bailen mas. Pero a veces se hace imposible que el alumnado se dedique a bailar y no mire, ya que queda absorto con los movimientos que los bailarines experimentados realizan sobre el parquet.
En realidad, lo que no entiende el alumno, es porqué se tiene que desplazar si el resto de las personas hacen figuras en el sitio. La verdad es que en un principio, es necesario que se desplace y en determinadas ocasiones haga la figura que le apetezca, pero cuando se quedan practicando una figura en el mismo sitio durante mucho tiempo, porque le gusta o porque no le sale, se tapona la línea de baile impidiendo la circulación de los bailarines.
Sucede en sitios donde los alumnos han visto el tango como acumulación de figuras y se quedan estáticos en un lugar de la pista, haciendo de memoria lo aprendido durante las clases. Una figura detrás de otra. Cuando van a una milonga verdadera se ve que desentonan con la mayoría porque no siguen la misma dinámica en la pista.

Cuarto: “Tengo un lío de figuras en la cabeza impresionante”. Es normal que después de meses y años de aprendizaje, tengamos un cúmulo de figuras de tango bastante grande.
En realidad, el bailarín, cuando se manifiesta en el baile, utiliza un número limitado de recursos. Los que más le gustan, o los que mejor salen.
El profesor, imparte numerosos contenidos. Incluso lo que no le apetece practicar cuando él mismo va a bailar. Imparte contenidos para todos los gustos, para que el alumno elija que figura o desplazamientos o juego de piernas que va a formar parte de su repertorio.
¿Cuántas figura forman parte del repertorio de un bailarín cuando se pone a improvisar en la pista? ¿10? ¿20? ¿30?. No se sabe. Lo que sí se sabe es que cada uno tiene una cantidad de movimientos que practica constantemente. Esos movimientos se van cambiando por figuras nuevas que le parezcan más atractivas, más modernas, etc. Deja de hacer algunas del repertorio para incluir otras.
Entonces, el alumno, de todo lo que va viendo en clase, en vez de hacer un recuento de las figuras que ha visto (a modo de inventario), lo que tiene que hacer es practicar hasta encontrar las figuras con las que realmente se siente cómodo. A crear su selección. A proporcionarle estilo al baile a través de esas figuras. Es el camino a seguir para disfrutar el tango. No sale del ejercicio de memoria de la extensiva cantidad de movimientos vistos en clase. Sale del disfrute de aquello que hemos elegido para sacar a relucir en la pista.
Después, con el tiempo, y escuchando la música, nos damos cuenta que hay figuras para cada estilo de baile, y de que el carácter del tango que estamos escuchando nos imprime una forma de bailar, nos exige una dinámica y se va produciendo una selección natural de movimientos, de figuras apropiadas para cada momento.
El escuchar tango a menudo nos ayuda a predecir los impulsos que la música va a producir en el siguiente instante. La familiaridad con el tema musical nos permite mayor posibilidad de creación. De ahí la necesidad de ir a bailar y escuchar tango, para conocer sus temas y saber que hacer a cada momento.

Quinto: “Había mucha gente mirando”. Generalmente, en las milongas bien concebidas, la gente va a bailar y no a mirar. Llaman la atención, aquellas parejas o bailarines que han depurado la técnica, y con fineza, nos dejan embobados con sus movimientos.
Pero el tango es un baile “de adentro” donde los que bailan están enfrascados en la comunicación con la pareja y los que no están bailando, vigilando a quien van a sacar a bailar al tango siguiente.
No es un ámbito donde la gente vaya a sentarse a ver bailar a los demás. Por lo que no tiene que temer el bailarín poco experimentado, que lo van a estar registrando a ver si se equivoca o no.
El que acude a una milonga es porque sabe bailar, mucho o poco, no porque pasaba por allí y se sienta en la mesa a tomar un café y ver la gente pasar.
El miedo al ridículo es muy propio, muy personal. Los bailarines con experiencia se apresuran a minimizar las ideas absurdas de los principiantes, sin acordarse de que ellos fueron en su momento, victimas de los mismos temores.
Pero no deja de ser una idea sin fundamento. Cuando salimos a bailar nos da la sensación de que todo el mundo nos observa, pero no es más que una sensación, ya que el resto de los bailarines, hombres y mujeres del tango están pensando en su propio tango. En el que bailaron, bailan o bailarán.

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PARA COMPRENDERSE

¿Cuantas veces discutimos cuando estamos intentando sacar una figura?. ¿Cómo podemos llegar a llevarnos bien en todos los momentos de la semana y llevarnos tan mal en esa hora de clase?.
Si le queremos encontrar una explicación rápida, con facilidad nos apresuramos a decir que nuestra pareja no nos entiende ni tiene la menor intención.
Pero desde otro enfoque, comiencen por fijarse si hacen alguna otra actividad juntos en la semana. Tán juntos, quiero decir. Puede ser que esta sea la única. Es el único momento en el cual tienen que dialogar de una forma fluida y por un buen rato.
Puede ser que todas las tensiones y todas las ganas de decirnos las cosas se materialicen en el único momento que tenemos para ponernos cara a cara. Y nuestros desacuerdos se ponen de manifiesto a traves de los pasos de baile.
El baile te desnuda, te muestra tal cual eres. Tus defectos y tus virtudes. Tu paciencia y tu temperamento. Te muestra de una forma precisa tu estado en ese momento. Si estas tenso, nervioso, eufórico, tranquilo o contento.
Tu espalda, tus brazos y tus manos no hacen otra cosa que evidenciar tu estado anímico. La paciencia se pone a prueba a traves de cada repetición, y la tolerancia rinde examén en el momento de asumir las culpas.
El diálogo que mantenemos con los cuerpos es idéntico al de una conversación oral. Cuando charlamos con la gente nos damos cuenta de aquellas personas que nos escuchan, las que nos interrumpen antes de que terminemos las frases, las que hablan sin dejarte decir nada y aquellas que respetan los tiempos de los demás para que ambos nos sintamos participes de la conversación. Cuando dos cuerpos intentan bailar, se están escuchando mutuamente, esperando en ocasiones el momento oportuno para actuar y expresar de la mejor forma posible la respuesta mas acertada.
Realmente, el baile es el último que tiene la culpa. Y si hablamos de baile social, todos tenemos la capacidad como para poder acceder a ellos sin demasiada dificultad. La tarea del profesor es fundamental para ofrecerte la materia de una forma sencilla, pero nada puede hacer cuando no hay una predisposición para entenderse y escucharse en la pareja.
No creo que el baile salve divorcios ni que los cree. Simplemente manifiesta un estado en el cual es necesario aportar nuestro lado mas humano (haciendo referencia a aquello que nos diferencia del resto de los mamiferos) haciendo uso del habla de una forma que no ofenda y nos haga entender cada vez más a la otra persona.
O sea, para conocernos mejor. Muchas gracias.

LAS FIGURAS

Una vez, en la mitad de una clase, despues de mostrar una figura me preguntaron inocentemente: ¿Y eso, para que sirve?. Debo reconocer que la primera vez que me sucedió esto me quede en blanco. No es porque no supiera la respuesta, sino porque es dificil de abordar. La podemos tratar desde diferentes puntos de vista.
Algunas personas tienen la costumbre de leer libros para tener un léxico más completo e interesante, haciendo la conversación más agradable y amena. Las figuras cumplen la misma función al introducirlas en ese diálogo corporal que es el Tango bailado, encontrando una verdadera satisfacción al entenderse a traves del movimiento.
Desde otro punto de vista, así como se le colocan alerones inútiles a los automóviles y puntillas a los manteles, así como tenemos la costumbre de vestirnos de la mejor manera posible aunque nos acepten vayamos como vayamos y utilizamos complementos a la moda, los bailarines adornamos muestro andar con movimientos dignos de ver, hacer y disfrutar. Las figuras bien ejecutadas son estéticamente bonitas por sí solas.
Por último. La destreza, fuerza y coordinación puesta en juego en la figura bien ejecutada brinda carácter y proporciona confianza en el desenvolvimiento mismo del cuerpo, y refuerza la conexión en la pareja al sentirse realmente conectados.
Por lo tanto, soy partidario de las figuras con la siguiente salvedad: se pueden realizar únicamente cuando hay espacio suficiente para ello y no molestamos a nadie. Y no hay que hacer una figura ni mucho menos insistir a la pareja si no estamos preparados para ello.

TANGO Y TECNICA

Bailar no es solo moverse. Bailar es moverse al tiempo de una música con movimientos definidos. A todos los que les gusta el baile, saben apreciar un movimiento estéticamente aceptable, con gracia, estilo o elegancia. La mejor forma de conseguirlo, es partiendo de una buena base técnica para ir construyendo sobre ella, combinaciones inteligentes con los aditivos y los tics que cada uno tenemos y que adornan los movimientos de una forma personal.
El tango, como todo baile (así como cualquier actividad física que requiera una serie de movimientos definidos), debe proveerse de una base técnica. Una vez adquirida la técnica, y suficientemente repetida, no es necesario pensar en ella. De esa forma, tenemos tiempo para imaginar nuestras propias coreografías y libertad para dejar que las sensaciones invadan nuestro cuerpo.
Por eso, es un buen consejo el comenzar por aprender técnicamente bien los movimientos básicos para tener la soltura que nos permita sentir el placer de bailar. Los profesores de baile deben analizar los movimientos utilizados en el tango, estudiar su mecánica para proporcionar al alumno una información clara de la naturaleza de cada paso.
Una vez adquirida la técnica, es necesaria la constante repetición de los ejercicios que suelen darse en clase. La ejecución de un movimiento equilibrado y con economía de esfuerzo, nos deja tiempo para disfrutar del baile.
A veces puede darse la impresión que otros bailes más sueltos no requieren tanta técnica como en el tango. Pero este es un efecto visual engañoso. En otros bailes, pueden pasar desapercibidos ciertos movimientos mal hechos, lo cual no quiere decir que lo estemos haciendo bien.
Todo baile requiere del aprendizaje de técnicas específicas de movimiento. Lo que cambia, es la exigencia paulatina de profesor hacia los alumnos acorde al nivel y el tiempo de baile.
Guillermo Alvarez

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Frases de la semana

-En la semana no hemos practicado, pero hoy a la mañana, mentalmente, sí.

-Y ahora es donde le pego la coz. ¿No? (Refiriéndose al gancho)

-¿Podemos repasar el de las zancadillas? (Refiriéndose a las sacaditas)

-A mi me gustan las figuras por el “lado siniestro”. (Refiriéndose al lado cerrado de la postura)

LA PASION

La pasión, existe más o menos adormilada en nuestro interior y se puede despertar jugando al ping-pong, tirándose de un paracaídas, o bailando. Pero la “pasión” está. Yo diría que todos somos apasionados. Pero los que no se sienten así, tal vez sea porque no han conseguido dar con la actividad que les proporciona ese estado de complicidad, de abstracción total.

Mucha gente comienza a aprender a bailar Tango Argentino, y se sienten defraudados porque la pasión no les penetra en el cuerpo mientras están tomando las primeras clases. Por que no les pasa lo que han visto en alguna película. Allí está el problema: se piensa que la pasión la tiene el género musical, y olvidamos de que esa sensación arrebatadora se produce dentro nuestro. En las discotecas modernas, sí se produce un proceso inverso: el excesivo volumen de la música y las luces inteligentes te invaden. Las sensaciones y los efectos se crean fuera de tu cuerpo, de tu control, te guste o no. Tu cuerpo las tiene que aceptar porque es mas fuerte la potencia de los agentes externos que lo que tu interior puede generar. En lo único que puedes optar es en la idea de quedarte, o irte.


Hablando de ese proceso interno, de la conexión entre el Tango y la Pasión, no se puede forzar el momento en el cual el cuerpo se estremece y comienzas a caminar por encima de la música, como si hubiera estado escrita para vos.

Aunque cada uno puede tener una definición de este sentimiento y una idea clara de que lo que le sucede en el propio cuerpo es una cosa y no otra, los que llevamos tiempo en este mundo del tango vamos reduciendo los espacios donde se puede encontrar esta simbiosis.

No son los aleteos de los brazos y algunos movimientos involuntarios de las piernas lo que anuncia la llegada la pasión. Eso es falta de control, ansiedad, sed de baile, etc. (Ejemplo: A veces vemos en las clases a personas que se mueven con demasiado ímpetu, con muchos movimiento extras, con demasiada tensión o en puntitas de pie, perdiendo el equilibrio, y cuando les preguntamos el porqué de esa energía innecesaria aplicada, nos responden que porque son muy apasionados/as.)

Los hombres y mujeres tenemos un umbral de apasionamiento alto o bajo, pero lo tenemos. El Tango, como cualquier otro baile o actividad, tiene la capacidad de plantar en tu interior la semillita que más tarde geminara en el enamoramiento de este género musical. Pero esto es algo que surge sin darse cuenta uno, de que cada vez ocupa más espacio en tu vida y te identificas más con él.

No se puede frustrar la persona que, creyendo en el tilde apasionado con el que se identifica al Tango, no ve colmada esa necesidad de sentirse plenamente atado a la pista de baile, levitando a veinte centímetros el suelo. Y demás esta decir, volviendo a la capacidad de este género musical, que es posible que tal vez nunca llegues a ese estado, que no se te llegue a estremecer el cuerpo, y solo sea una actividad más, que te gusta, que disfrutas, que compartes, que te hace sentir bien, pero que no te roba el corazón.

Por nuestra academia pasa mucha gente, y nos damos cuenta de que en ciertas oportunidades, los alumnos esperan algo más. Puede ser, justamente, lo que no podemos proporcionar. Se puede hacer una clase amena, divertida, metodológicamente correcta, pero el despertar de la pasión en cada uno de nosotros depende de las experiencias propias y de cómo ellas impactan en nuestro ser.

El único consejo que te puedo hacer llegar es que intentes dejar de pensar en ello; que dejes de pensar en el cliché apasionado y arrebatador de este baile. Tiene mucho de eso, pero los árboles te tienen que dejar ver el bosque. Primero es aprender, practicar, bailar. El Tango entra en tus venas sin pedir permiso, sin que te des cuenta; cuando bajas la guardia, cuando disfrutas y dejas de esperar. En el momento menos pensado, ya eres suyo.


Guillermo Alvarez

TANGO Y SENTIMIENTO

No hay nada más personal que las sensaciones que cada uno pueda llegar a experimentar con alguna persona o actividad. Y es imposible e innecesario aplicar un sentimiento ajeno a la propia experiencia.
Es común adosarle el adjetivo de sentimental y apasionado a un baile tan comprometido con la pareja como el Tango Argentino. Pero el sentimiento surge a través de las experiencias, de lo que hayamos compartido con su música, su danza o su poesía.

El sentimiento hacia el Tango germina en esa ceremonia de tres minutos en la que solo deben coexistir la pareja con la música. Experiencias buenas o malas, en directa relación con la música y la persona con la cual estamos compartiendo el baile, e indirectamente relacionada con la sala o ambiente, son las que van a determinar la afinidad que tengamos con este género musical y de allí surgirá el sentimiento positivo o negativo sin darnos cuenta.

Hay quienes piensan que antes de iniciarse al tango, hay que sentirse melancólico y nostálgico como preparación al aprendizaje. Les aclaro una cosa: no se juntan miles de personas en cada rincón del mundo a llorar en una milonga. Aún cuando sus letras no hablen de felicidad y su música no te incite al carnaval, los bailarines se divierten buscando y encontrando esa compenetración, ese dialogo corporal y ese sinfín de posibilidades que te ofrece esta danza.

Para aquellas personas que nos dejamos llevar por esta música como si la corriente de un caudaloso río nos arrastrase, para aquellos que ya estamos metidos en el mundo del tango, nos resulta más difícil todavía explicar ese carácter intrínseco que solo puede surgir del propio fluir de los cuerpos por la pista.

En las milongas de cada noche y en cada ciudad, nacen periódicamente miles de historias. La música, cual perfume, te hará sentir placer o nostalgia si compartiste con ella momentos inolvidables.

Por lo tanto, apenas tengas noción de los pasos básicos, lanzate a ese circuito que los "profes" llaman línea de baile, y los tangueros de corazón, una forma de ver la vida, para que percibas de una forma real todo lo que el tango puede hacerte sentir.

Guillermo Álvarez