TANGO Y TECNICA

Bailar no es solo moverse. Bailar es moverse al tiempo de una música con movimientos definidos. A todos los que les gusta el baile, saben apreciar un movimiento estéticamente aceptable, con gracia, estilo o elegancia. La mejor forma de conseguirlo, es partiendo de una buena base técnica para ir construyendo sobre ella, combinaciones inteligentes con los aditivos y los tics que cada uno tenemos y que adornan los movimientos de una forma personal.
El tango, como todo baile (así como cualquier actividad física que requiera una serie de movimientos definidos), debe proveerse de una base técnica. Una vez adquirida la técnica, y suficientemente repetida, no es necesario pensar en ella. De esa forma, tenemos tiempo para imaginar nuestras propias coreografías y libertad para dejar que las sensaciones invadan nuestro cuerpo.
Por eso, es un buen consejo el comenzar por aprender técnicamente bien los movimientos básicos para tener la soltura que nos permita sentir el placer de bailar. Los profesores de baile deben analizar los movimientos utilizados en el tango, estudiar su mecánica para proporcionar al alumno una información clara de la naturaleza de cada paso.
Una vez adquirida la técnica, es necesaria la constante repetición de los ejercicios que suelen darse en clase. La ejecución de un movimiento equilibrado y con economía de esfuerzo, nos deja tiempo para disfrutar del baile.
A veces puede darse la impresión que otros bailes más sueltos no requieren tanta técnica como en el tango. Pero este es un efecto visual engañoso. En otros bailes, pueden pasar desapercibidos ciertos movimientos mal hechos, lo cual no quiere decir que lo estemos haciendo bien.
Todo baile requiere del aprendizaje de técnicas específicas de movimiento. Lo que cambia, es la exigencia paulatina de profesor hacia los alumnos acorde al nivel y el tiempo de baile.
Guillermo Alvarez

Comentarios al texto, mandar mail a tiempodetangovalencia@yahoo.es

Frases de la semana

-En la semana no hemos practicado, pero hoy a la mañana, mentalmente, sí.

-Y ahora es donde le pego la coz. ¿No? (Refiriéndose al gancho)

-¿Podemos repasar el de las zancadillas? (Refiriéndose a las sacaditas)

-A mi me gustan las figuras por el “lado siniestro”. (Refiriéndose al lado cerrado de la postura)

LA PASION

La pasión, existe más o menos adormilada en nuestro interior y se puede despertar jugando al ping-pong, tirándose de un paracaídas, o bailando. Pero la “pasión” está. Yo diría que todos somos apasionados. Pero los que no se sienten así, tal vez sea porque no han conseguido dar con la actividad que les proporciona ese estado de complicidad, de abstracción total.

Mucha gente comienza a aprender a bailar Tango Argentino, y se sienten defraudados porque la pasión no les penetra en el cuerpo mientras están tomando las primeras clases. Por que no les pasa lo que han visto en alguna película. Allí está el problema: se piensa que la pasión la tiene el género musical, y olvidamos de que esa sensación arrebatadora se produce dentro nuestro. En las discotecas modernas, sí se produce un proceso inverso: el excesivo volumen de la música y las luces inteligentes te invaden. Las sensaciones y los efectos se crean fuera de tu cuerpo, de tu control, te guste o no. Tu cuerpo las tiene que aceptar porque es mas fuerte la potencia de los agentes externos que lo que tu interior puede generar. En lo único que puedes optar es en la idea de quedarte, o irte.


Hablando de ese proceso interno, de la conexión entre el Tango y la Pasión, no se puede forzar el momento en el cual el cuerpo se estremece y comienzas a caminar por encima de la música, como si hubiera estado escrita para vos.

Aunque cada uno puede tener una definición de este sentimiento y una idea clara de que lo que le sucede en el propio cuerpo es una cosa y no otra, los que llevamos tiempo en este mundo del tango vamos reduciendo los espacios donde se puede encontrar esta simbiosis.

No son los aleteos de los brazos y algunos movimientos involuntarios de las piernas lo que anuncia la llegada la pasión. Eso es falta de control, ansiedad, sed de baile, etc. (Ejemplo: A veces vemos en las clases a personas que se mueven con demasiado ímpetu, con muchos movimiento extras, con demasiada tensión o en puntitas de pie, perdiendo el equilibrio, y cuando les preguntamos el porqué de esa energía innecesaria aplicada, nos responden que porque son muy apasionados/as.)

Los hombres y mujeres tenemos un umbral de apasionamiento alto o bajo, pero lo tenemos. El Tango, como cualquier otro baile o actividad, tiene la capacidad de plantar en tu interior la semillita que más tarde geminara en el enamoramiento de este género musical. Pero esto es algo que surge sin darse cuenta uno, de que cada vez ocupa más espacio en tu vida y te identificas más con él.

No se puede frustrar la persona que, creyendo en el tilde apasionado con el que se identifica al Tango, no ve colmada esa necesidad de sentirse plenamente atado a la pista de baile, levitando a veinte centímetros el suelo. Y demás esta decir, volviendo a la capacidad de este género musical, que es posible que tal vez nunca llegues a ese estado, que no se te llegue a estremecer el cuerpo, y solo sea una actividad más, que te gusta, que disfrutas, que compartes, que te hace sentir bien, pero que no te roba el corazón.

Por nuestra academia pasa mucha gente, y nos damos cuenta de que en ciertas oportunidades, los alumnos esperan algo más. Puede ser, justamente, lo que no podemos proporcionar. Se puede hacer una clase amena, divertida, metodológicamente correcta, pero el despertar de la pasión en cada uno de nosotros depende de las experiencias propias y de cómo ellas impactan en nuestro ser.

El único consejo que te puedo hacer llegar es que intentes dejar de pensar en ello; que dejes de pensar en el cliché apasionado y arrebatador de este baile. Tiene mucho de eso, pero los árboles te tienen que dejar ver el bosque. Primero es aprender, practicar, bailar. El Tango entra en tus venas sin pedir permiso, sin que te des cuenta; cuando bajas la guardia, cuando disfrutas y dejas de esperar. En el momento menos pensado, ya eres suyo.


Guillermo Alvarez

TANGO Y SENTIMIENTO

No hay nada más personal que las sensaciones que cada uno pueda llegar a experimentar con alguna persona o actividad. Y es imposible e innecesario aplicar un sentimiento ajeno a la propia experiencia.
Es común adosarle el adjetivo de sentimental y apasionado a un baile tan comprometido con la pareja como el Tango Argentino. Pero el sentimiento surge a través de las experiencias, de lo que hayamos compartido con su música, su danza o su poesía.

El sentimiento hacia el Tango germina en esa ceremonia de tres minutos en la que solo deben coexistir la pareja con la música. Experiencias buenas o malas, en directa relación con la música y la persona con la cual estamos compartiendo el baile, e indirectamente relacionada con la sala o ambiente, son las que van a determinar la afinidad que tengamos con este género musical y de allí surgirá el sentimiento positivo o negativo sin darnos cuenta.

Hay quienes piensan que antes de iniciarse al tango, hay que sentirse melancólico y nostálgico como preparación al aprendizaje. Les aclaro una cosa: no se juntan miles de personas en cada rincón del mundo a llorar en una milonga. Aún cuando sus letras no hablen de felicidad y su música no te incite al carnaval, los bailarines se divierten buscando y encontrando esa compenetración, ese dialogo corporal y ese sinfín de posibilidades que te ofrece esta danza.

Para aquellas personas que nos dejamos llevar por esta música como si la corriente de un caudaloso río nos arrastrase, para aquellos que ya estamos metidos en el mundo del tango, nos resulta más difícil todavía explicar ese carácter intrínseco que solo puede surgir del propio fluir de los cuerpos por la pista.

En las milongas de cada noche y en cada ciudad, nacen periódicamente miles de historias. La música, cual perfume, te hará sentir placer o nostalgia si compartiste con ella momentos inolvidables.

Por lo tanto, apenas tengas noción de los pasos básicos, lanzate a ese circuito que los "profes" llaman línea de baile, y los tangueros de corazón, una forma de ver la vida, para que percibas de una forma real todo lo que el tango puede hacerte sentir.

Guillermo Álvarez