LA PASION

La pasión, existe más o menos adormilada en nuestro interior y se puede despertar jugando al ping-pong, tirándose de un paracaídas, o bailando. Pero la “pasión” está. Yo diría que todos somos apasionados. Pero los que no se sienten así, tal vez sea porque no han conseguido dar con la actividad que les proporciona ese estado de complicidad, de abstracción total.

Mucha gente comienza a aprender a bailar Tango Argentino, y se sienten defraudados porque la pasión no les penetra en el cuerpo mientras están tomando las primeras clases. Por que no les pasa lo que han visto en alguna película. Allí está el problema: se piensa que la pasión la tiene el género musical, y olvidamos de que esa sensación arrebatadora se produce dentro nuestro. En las discotecas modernas, sí se produce un proceso inverso: el excesivo volumen de la música y las luces inteligentes te invaden. Las sensaciones y los efectos se crean fuera de tu cuerpo, de tu control, te guste o no. Tu cuerpo las tiene que aceptar porque es mas fuerte la potencia de los agentes externos que lo que tu interior puede generar. En lo único que puedes optar es en la idea de quedarte, o irte.


Hablando de ese proceso interno, de la conexión entre el Tango y la Pasión, no se puede forzar el momento en el cual el cuerpo se estremece y comienzas a caminar por encima de la música, como si hubiera estado escrita para vos.

Aunque cada uno puede tener una definición de este sentimiento y una idea clara de que lo que le sucede en el propio cuerpo es una cosa y no otra, los que llevamos tiempo en este mundo del tango vamos reduciendo los espacios donde se puede encontrar esta simbiosis.

No son los aleteos de los brazos y algunos movimientos involuntarios de las piernas lo que anuncia la llegada la pasión. Eso es falta de control, ansiedad, sed de baile, etc. (Ejemplo: A veces vemos en las clases a personas que se mueven con demasiado ímpetu, con muchos movimiento extras, con demasiada tensión o en puntitas de pie, perdiendo el equilibrio, y cuando les preguntamos el porqué de esa energía innecesaria aplicada, nos responden que porque son muy apasionados/as.)

Los hombres y mujeres tenemos un umbral de apasionamiento alto o bajo, pero lo tenemos. El Tango, como cualquier otro baile o actividad, tiene la capacidad de plantar en tu interior la semillita que más tarde geminara en el enamoramiento de este género musical. Pero esto es algo que surge sin darse cuenta uno, de que cada vez ocupa más espacio en tu vida y te identificas más con él.

No se puede frustrar la persona que, creyendo en el tilde apasionado con el que se identifica al Tango, no ve colmada esa necesidad de sentirse plenamente atado a la pista de baile, levitando a veinte centímetros el suelo. Y demás esta decir, volviendo a la capacidad de este género musical, que es posible que tal vez nunca llegues a ese estado, que no se te llegue a estremecer el cuerpo, y solo sea una actividad más, que te gusta, que disfrutas, que compartes, que te hace sentir bien, pero que no te roba el corazón.

Por nuestra academia pasa mucha gente, y nos damos cuenta de que en ciertas oportunidades, los alumnos esperan algo más. Puede ser, justamente, lo que no podemos proporcionar. Se puede hacer una clase amena, divertida, metodológicamente correcta, pero el despertar de la pasión en cada uno de nosotros depende de las experiencias propias y de cómo ellas impactan en nuestro ser.

El único consejo que te puedo hacer llegar es que intentes dejar de pensar en ello; que dejes de pensar en el cliché apasionado y arrebatador de este baile. Tiene mucho de eso, pero los árboles te tienen que dejar ver el bosque. Primero es aprender, practicar, bailar. El Tango entra en tus venas sin pedir permiso, sin que te des cuenta; cuando bajas la guardia, cuando disfrutas y dejas de esperar. En el momento menos pensado, ya eres suyo.


Guillermo Alvarez

No hay comentarios: