Feo, lindo. Malo, bueno.

El Tango, como baile, es exigente en la colocación de los apoyos, en el perfil que adoptan los mismos, en la comunicación con la pareja y en la actitud del cuerpo en general. Cinco o diez centímetros más allá o acá en la colocación de los apoyos ya dan muestras de un equívoco en la ejecución de los movimientos. En el Tango hay poco margen de error, o es más difícil solaparlos. Por eso la complejidad del Tango desde el inicio del aprendizaje: exigirá del alumno una predisposición y atención más comprometida que en otros bailes.
Pero cabe diferenciar el movimiento que está mal hecho, del que no goza de la estética suficiente como para considerarse bonito. Puede ser correcta la ejecución de un desplazamiento o de una figura que respeta las normas, la lógica y la posición de las distintas partes del cuerpo en cada situación, sin que se note la belleza estética en la consecución de los movimientos (y a veces, los movimientos de algunos bailarines, sin poseer una técnica perfecta, son agradables a la vista y en el hacer. Existen habilidades propias, naturales, aparte de los que se aprende en clase, con las que se logra un todo estético aceptable y bonito sin rendir cuentas a los parámetros técnicos habituales).
Técnicamente hablando, el movimiento de un principiante puede ser considerado hasta torpe, pero puede conservar la característica de bien ejecutado. No se puede exigir de un alumno que lleva pocas semanas practicando Tango a que nos deslumbre con su baile. Sin embargo, puede no equivocarse y hacer un movimiento correcto.
Un cruce hacia adelante, hasta que se logra realizar con una buena flexión-extensión de pierna, basculación de cadera, disociación corporal, verdadero deslizamiento del pie, suavidad en el momento del apoyo, puede pasar mucho tiempo. Pero es posible considerarlo correcto desde el inicio si se gira adecuadamente y aterriza con los apoyos en el lugar indicado. Los profesores somos los que tenemos la idea clara acerca de la amplitud de movimiento necesaria y los limites de los mismos para determinar si es una buena ejecución o no.
Las figuras que se presentan al alumno son cada vez más complejas. El nivel de la clase está determinado por esas mismas figuras. Pero la ejecución de los movimientos que la conforman, es decir, los cruces hacia atrás, adelante, aperturas, y movimientos definidos como boleas, ganchos y planeos, tienen una evolución paralela, por lo cual, existe una doble vara de medir: Una, que mide el grado de complejidad de las figuras que se ven en clase. Otra, que mide el grado de perfección de los movimientos básicos que las conforman
Si se enseña una figura a un grupo que tiene 3 meses de práctica. Está claro que adquirirán el contenido y se podrán hacer con la figura, aunque sus cruces y aperturas, incluso la fluidez de movimientos, no sea la perfecta. Existe una exigencia de nivel determinado por la figura que se enseña y otra, en la realización de los movimientos que la conforman. La figura puede estar bien hecha aunque, por el momento, no se vea bonita estéticamente, ya que, los componentes que la conforman no tienen la madurez necesaria para aportar la tranquilidad y la sensación de seguridad en su ejecución.
A un grupo que tiene 2 años de práctica, se le recuerda una figura sencilla o se le enseña una más compleja. La exigencia en la ejecución de los cruces y aperturas será mayor. Es necesario que aparte de ejecutarse bien la figura, se le exija la técnica en cada movimiento de manera que, estéticamente, quede aceptable. Dependiendo de la cantidad de tiempo de práctica que lleve el alumno, es la exigencia por parte de profesor. Cuanto más tiempo de práctica, mayor es la exigencia en cuanto a belleza de la ejecución. Existen otras variables que condicionan la vara de medir: las posibilidades del alumno, los estímulos semanales de clase, la frecuencia con la que acude a la milonga, etc.
En cuanto a la evolución de los movimientos definidos utilizados en el Tango, los ejercicios de técnica en forma aislada son tediosos como necesarios. Es posible practicar la técnica a través de figuras y desplazamientos, siempre y cuando se imponga la rigurosidad de los detalles en los puntos claves de los movimientos en general. Es decir: si se practica la técnica a través de figuras para que resulte más ameno, no dejar que la figura en sí, nos absorba la atención de manera que nos olvidemos de los detalles de los componentes que la conforman. O sea, evitar que los arboles no nos dejen ver el bosque.

Guillermo Alvarez
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